Siempre he sido considerada como una persona torpe para los deportes, pero hay un problema, y es que me encantan. Los practico sabiendo que no soy muy buena, y a veces me siento incómoda por lo mucho que se pueden aburrir mis adversarios o compañeros de equipo. Pero eso no me frena, y cuando me hablaron del Mud Day, una carrera de obstáculos en barro, nada me podía parecer más atractivo. Estuve a punto de apuntarme a la de Toledo que me quedaba cerca, y entonces estaba más en forma. Pero me asusté y pensé que no sería capaz: 13 kilómetros con 22 obstáculos imposibles. No me vi capaz. Después me dio mucha envidia, los vídeos en Facebook y el buen tiempo que hizo me hicieron arrepentirme; y una cosa más; que no sólo la gente iba competir, si no que ir en equipo era una de sus características. Competición para los primeros, con podio y premio. Pero después, existía la posibilidad de presentarte en equipo, con personas que podrían ayudarte a superar las pruebas. Así que cuando ví en Facebook que se hacía en Alcalá de Guadaíra, a 15 km de Sevilla en el finde de mi cumpleaños, recluté una tropa y allí que nos fuimos a pasar un fin de semana deportivo (y de estupendas tapas y ambiente) en Andalucía.

Minutos de arrepentimiento y temor antes de llegar al terreno en el que se celebraba… “¿de verdad que creéis que podré acabar esto?” a “Impresionante”. La organización estupenda, tanto en la recogida de dorsales y guardarropa como en el ambiente que desprende. Gente, la mayoría por equipos, algunos se ven muy preparados, otros disfrazados, gritos que me recordaban al Haka de los neozelandeses y comienza el entrenamiento. Veinte minutos antes del comienzo, un chico nos da unas cremas musculares (benditas para después de la carrera y al día siguiente). Unos animadores comienzan con los entrenamientos, “Arriba, abajo, flexiones, saltad, sprintad,” y ¡a la salida!
El comienzo es lo que más me costó, sales a campo abierto, 1 km, quizás 2, carteles que te guían y animan y te van preparando a lo que te encontrarás… Y de repente: un muro de ¿2,5? metros y gente que llegaba, un salto, un rebote y zas, saltan el muro. En ese momento pensé, “se acabó, esto no lo paso. Empezamos mal. ¿Qué narices hago aquí?” Estaba muy equivocada. Mi equipo inexperto y yo logramos pasarnos las unas a las otras de la forma más rudimentaria: pierna en la rodilla, manos al culo SUBE SUBE SUBE. Una vez pasado, quedaba una. El muro nos impedía verla y estábamos tan metidas en la competición que no pensamos en que podíamos rodear el muro e ir a por ella. Y de repente ahí estaba, dos chicos le ayudaron. Y ahí llegó la motivación: podemos con todo y si no, la gente nos ayuda!!!

El recorrido, una cantera de albero repleta de sorpresas en un paisaje espectacular: terreno lunar, con subidas y bajadas de albero, bajadas del 30%, subidas similares con cuerdas para ayudarte, obstáculos más sencillos, pero que no acaban, al principio para calentar mientras te va subiendo la adrenalina. Y luego zarzas, descargas, hielo, escalada, equilibrio, barro, barro y más barro. Para los que no están acostumbrados a correr largas distancias, la llegada del obstáculo es la victoria, algunos los coges con fuerza y vas directo y otros con paciencia para pensarte antes cómo puedes superarlo. Siempre rodeada de gente, ayudándonos entre nosotras, sacando a otros de zanjas llenas de barro, pero nunca esperando. Y de repente un cartel que rezaba “Bienvenido a la jungla”: un paisaje distinto, verde y frondoso. Recuperas el ritmo, uno, quizás 2 kilómetros de running hasta el siguiente obstáculo. La Garmin me marca cerca de 9 kilómetros y un cartel que dice: “quedan 5 km”, “venga chicas, podemos!!”, para después toparte con otro “Perdona, quería decir 8”. El equipo MudDay también está presente en la carrera, te anima en los obstáculos, pero también te provoca, te pone a prueba, recordándote el mítico “eres un gallina, McFly” “A mí, N-A-D-I-E me llama gallina!” Pequeños detalles que te acompañan durante la carrera que la hacen más amena, que puedas hablar con el de al lado y comentar. Lo mismo sucede con los avituallamientos, bañadas en barro, apenas si los ojos no lo están: paradas con agua, y otras también con fruta y bebida energética. La parada con buen ambiente, un Hummer con un DJ, gente engorilada, gente bailando y motivándose más. Los Mud Guys te ofrecen agua y fruta, incluso te hacen la vida más fácil ofreciéndotela en acto de comulgación para los que tenemos manos embarradas, que somos casi todos.
La llegada es la mejor sensación. A tres kilómetros de la llegada los monkey bars encima de una piscina que muchos no tienen fuerza y visitan, seguidas de 7 montañas de barro, un obstáculo «marca de la casa» muy apropiadamente llamado Mud Muntains, por si puede caber alguna duda .

El éxtasis final, ves el campamento de llegada y oyes la música. Quieres superar el objetivo marcado. Las montañas para mí, el mejor obstáculo, cuesta subirlas, algunas más fáciles de bajar y llega la recta final con el último obstáculo, una entrada con serpentinas cargadas de electricidad que cuelgan, pero no notas tantos latigazos como en la anterior, porque ya estás rozando la gloria. Has acabado el MudDay una medalla, una camiseta y medio litro de cerveza te esperan. ¿Mi objetivo? 2:30 ¿Mi tiempo? 2h20. Ya os dicho que soy mala en deportes, pero para el próximo, que espero que sea en Madrid, me preparo. Los 13km no me producirán ni una agujeta.
Después las duchas: bien y cómodas (somos pocas chicas en la competición ¿por qué no más? Si yo puedo, ¡muchas pueden!) con buena presión para quitarse el barro suficiente para seguir fuera con la música y disfrutando de un par de cervezas. El barro tardará en desaparecer.

He de puntualizar que la última foto (la mejor) no la hice yo 😉
Salíais en mi tanda. Os aislamos por el olor (eso decidan). Os quisimos y estrujamos. Y luego os abrimos un pasillo por el que salisteis segundos antes que nosotros.
He contado alguna vez esta parte de vuestra historia.
¡Enhorabuena campeonas!